jueves, 8 de septiembre de 2011

¿Sabes quién soy?

Es extraño, tal vez por la simplicidad del acto, como la de madrugar sin desearlo y sentarte en el sofá con una taza de café bien cargado para despertar a las neuronas, encender el televisor y evitar que las legañas vuelvan a condenar a tus hermosos ojos a la oscuridad y el silencio, soporífero, haga que vuelvas a caer en la más plancentera inactividad, el sueño.
Haciendo uso del invento por excelencia entre muchos, que nos brindó por excelencia el siglo XX, el mando adistancia, intentas esquivar los canales de tele-tienda con sus productos milagro y su... "llama ahora y se llevará otro ejemplar de regalo, y aquellos programas que desde tan tempranas horas hablan sobre el siguiente distanciamiento matrimonial de Belén Esteban con su marido.
Es entonces cuando de manera receptiva, mi dedo índice coaccionado por interacción de mi cerebro deja de cambiar de canal al oír la voz diferida de una niña Afgana de once años obligada a vender plásticos en un mercado de Kabul porque de lo que ella sacaba vivía su familia. Decía que su sueño era ser médico y que todo se podía conseguir con esfuerzo. Era toda una lección de vida.
Los siguientes cuarenta minutos se me pasaron volando, en los cuales lloré lo que hacía mucho que no lloraba, grité con una rabia que hacía tiempo que no sentía y no pataleé... la verdad es que no sé porqué no pataleé. Fue tal el impacto que causó en mi los testimonios que oí en ese documental, el sufrimiento vi en sus ojos y el miedo que se percibía en su mirada me caló en lo más profundo.
Al terminar el documental nació en mí la necesidad de mas información, de saber mas en que realidad vivían esas ancianas, mujeres y niñas y en cual fantástica ficción vivía yo. Y lo que encontré me fue aún mas terroríficamente revelador de lo que pude llegar a imaginar:

Han pasado ya mas de un año y medio desde que el régimen talibán –calificado por la ONU como el más misógino del planeta- fue derrocado por la fuerzas de coalisión lideradas por los EE.UU., tras mas de 6 años de dominio en Afganistán. El régimen negaba a las mujeres y niñas los derechos civiles básicos, como educación, salud, asistencia médica, trabajo.

Tenían prohibido consultar a un médico varón, y las médicas no podían trabajar. Tampoco podían salir de sus casas sino estaban acompañadas por un pariente varón. Los talibanes habían prometido paz y seguridad después de dos décadas de guerra y violencia, pero lo que les dieron fue presión.


1- Lapidación pública contra las mujeres acusadas de mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio (un gran número de amantes son lapidados hasta la muerte bajo esta regla).
2- Prohibición del uso de cosméticos (a muchas mujeres con las uñas pintadas les han sido amputados los dedos).
3- Prohibición a las mujeres de hablar o estrechar las manos a varones que no sean mahram.
4- Prohibición a las mujeres de reír en voz alta (ningún extraño debe oír la voz de una mujer).
5- Prohibición a las mujeres de llevar zapatos con tacones, que pueden producir sonido al caminar (un varón no puede oír los pasos de una mujer), para ello se han obligado a utilizar a las mujeres un zapato especial que tiene una suela que no hace notar su presencia al caminar.
6- Prohibición a las mujeres de tener presencia en la radio, la televisión o reuniones públicas de cualquier tipo.
7- Prohibición a las mujeres de practicar deportes o entrar en cualquier centro o club deportivo.
8- Prohibición a las mujeres de montar en bicicleta o motocicletas, aunque sea con sus mahrams.
9- Prohibición a las mujeres de llevar indumentarias de colores vitosos. En términos de los talibanes, se trata de "colores sexualmente atractivos".
10- Prohibición a las mujeres de reunirse con motivo de festividades como el Eids cono propósitos recreativos.
11- Prohibición a las mujeres de lavar ropa en los ríos o plazas públicas.
12- Modificación de toda la nomenclatura de calles y plazas que incluyan la palabra "mujer." Por ejemplo, el "Jardín de las Mujeres" se llama ahora "Jardín de la Primavera".
13- Prohibición a las mujeres de asomarse a los balcones de sus pisos o casas.
14- Opacidad obligatoria de todas las ventanas, para que las mujeres no puedan ser vistas desde fuera de sus hogares.
15- Prohibición a los sastres de tomar medidas a las mujeres y coser ropa femenina.
16- Prohibición del acceso de las mujeres a los baños públicos.
17- Prohibición a las mujeres y a los hombres de viajar en el mismo autobús. Los autobuses se dividen ahora en "sólo hombres" o "sólo mujeres".
18- Prohibición de pantalones acampanados, aunque se lleven bajo el burka.
19- Prohibición de fotografiar o filmar a mujeres.
20- Prohibición de imágenes de mujeres impresas en revistas y libros, o colgadas en los muros de casas y tiendas.

Las mujeres de Afganistán sufren mucho más que una burka. Tienen hambre, carecen de escuelas para sus hijos, de médicos y hasta de agua. Sus hombres mueren como moscas en una guerra que aún no terminó, por mucho que Washington diga lo contrario, y que desangra una tierra seca que antes fue próspera y que ahora, entre lo poco que tiene, figuran enormes campos de cultivo de droga. Sé que muchas de esas mujeres se pondrían no una sino mil burkas si pudieran dar respuesta al ruido de la panza de sus hijos, iluminar el analfabetismo en el que crecen y arrasar con las infecciones que se los llevan. Lo peor de todo es que Occidente sólo mira la burka. Y desde que ahondé en como difiere su vida a la nuestra en esta tierra tan lejana y a la vez tan cerca a la nuestra no dejo de preguntarme quién es quien lleva realmente una burka puesto.

Para que vosotros también seáis testigos de una realidad subyacente en lo que para mí constituye un genocidio en toda regla, os dejo adjunto el documetal que despertó en mí esta necesidad de acción, de ayuda, de despertar otras mentes.

http://www.rtve.es/alacarta/videos/en-portada/portada-afganistan-mas-alla-del-burka/1127321/