donde la riqueza de palabra se cosecha
desde Noviembre hasta Enero.
Y no me entusiasme mucho la idea
de desnudarme por dinero.
Pero mi conciencia no es testigo
de las deudas a pagar
por haber jugado con fuego.
Ahora mi inocencia se reviste
con las galanterias de un recuerdo.
Siendo predecibles los acontecimientos
que mi mente desechó
aquel 31 de Febrero.
En mi mundo ya no existen
los verbos irregulares,
ni se castigan las acciones
que revolucionan ideologías triviales.
donde los excesos se convierten
en la rutina de sabuesos
diestros en encontrar
lo perdido en el tiempo.
Buscan a una servidora
que se perdió entre las cosechas