Sencillo es ver
el sonido que
desprende el brillo
de las hojas que,
en
Primavera,
de inmortalidad perenne
se congelan.
Como la llama
de una rosa
que se apaga;
Tal y como este verso,
ambiguo, que nunca falla.
Un sentimiento cíclico
inaugura la bienvenida
de una ausencia.
Allí donde estalla
la desincronía
del continuo giro
de ese viejo tio-vivo.
Y finalmente,
se instaura
un nuevo silencio
y todo se acaba.
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