Putas congojas en la madruga,
me oprimen el pecho y
me embargan de culpabilidades externas.
Que a la vez fueron las mismas
que me hicieron deseada.
Me niego a librar por tí
esta última batalla.
Que me lleven los demonios
lejos de tu madriguera,
y que se termine esta
puta migraña,
que me tiene en vela
cada madrugada.
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